Estamos programados para ser ricos o para ser pobres. Programados por un montón de creencias que nos han ido diciendo a lo largo de nuestras vidas: «el dinero no crece en los árboles», «para tener dinero hay que trabajar», «el dinero no es importante»…
Tuve la suerte de crecer en una familia de emprendedores. Entre mis abuelos, mis tíos, primos y hermanos, quienes no emprendían no eran suficientemente ricos. Está en nuestros genes.
Gracias a crecer en este ambiente, me crié escuchando conversaciones que, muchas veces, giraban en torno a los negocios y al dinero. En mi caso, crecí con un paradigma de abundancia, con la creencia de que tener dinero no sólo es bueno, sino que es importante. Crear dinero es bueno.