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De estafas, estafadores y supuestas víctimas

Digamos que tengo un producto acerca de cómo hacer dinero vendiendo widgets por Internet.

Tú vendes widgets por internet, pero no estás ganando mucho dinero haciéndolo.

Entonces, compras mi libro y lo lees.

Cuando terminas de leerlo te das cuenta de que ya sabías todo lo que dice el libro y te sientes decepcionado.

Pides un reembolso y te lo concedo.

Para algunas personas, ese es el fin de la historia. Compran un producto con el que se sienten decepcionados, solicitan un reembolso, obtienen su dinero de vuelta y ya está.

Para otras personas, yo soy un estafador.

Algunas personas no saben qué es lo que constituye una “estafa”

Si yo te he prometido la Luna, te entrego una bolsa de arena etiquetada “polvo lunar” y desaparezco con tu dinero, entonces sí que puedes llamarme un estafador.

Pero, si estuvieras decepcionado con un producto –especialmente porque contenía información que ya conocías (algo totalmente distinto a que tuviese mala información)— y te reembolso tu dinero cuando me explicas que ya conocías todo lo que te iba a enseñar, no soy un estafador. Lo que ocurre es que tú no eras el público objetivo correcto para ese producto en particular.

De manera similar, si el producto dice que necesitas hacer cosas que no quieres hacer (y son cosas legales y éticas que deberías hacer), no soy un estafador. No es mi culpa que no quieras hacer ciertas cosas por tu negocio. Yo no soy culpable si es que tú no quieres levantar el teléfono y llamar a alguien.

Para la mayoría de las personas, esto no es un problema. La mayoría de las personas sólo sienten que están siendo estafadas cuando están siendo estafadas.

Pero, para algunas otras personas, estar decepcionadas por un producto es lo mismo que haber sido estafadas.

Por lo tanto, ese es el por qué sería una mala idea tener algo como un “Salón de la Infamia”, una sugerencia frecuente cuando alguien siente que está siendo estafado por ciertos vendedores de productos digitales.

Tan mala idea como ir a un foro y decir que fulanito te ha estafado.

La intención es buena; proteger a otros compradores de un mal vendedor no es una mala idea. Pero es una idea que puede convertirse con rapidez en una guerra fría entre vendedores inescrupulosos.

Porque la otra parte de la ecuación es que a los estafadores no les interesa etiquetar a vendedores éticos como estafadores.

Estas personas sin escrúpulos pegarán un grito al cielo sobre algunos estafadores bien conocidos. Se encargarán de que el mundo sepa qué tan malos son. Luego empezarán a llamar «estafadores» a la competencia, incluso si no lo son. Lo primero les da credibilidad; lo último destruye a sus competidores. Y entonces estas personas sin escrúpulos pueden empezar a estafar a sus propios seguidores mientras piensen que ellos son los chicos buenos y cualquiera en desacuerdo debe ser parte de una conspiración con fines de estafar.

Aunque puedan haber páginas web reconocidas que ayudan a protegerte de ser una víctima de estafadores, también es cierto que existen estafadores que se hacen pasar por «nombres reconocidos» para impulsar sus propios intereses. Discernir quién es quién puede a veces ser un gran reto.

Tienes que saber protegerte a ti mismo, es tu responsabilidad personal. Tienes que investigar antes de invertir en cualquier oportunidad. Tienes que revisar muchas fuentes y buscar comentarios de individuos confiables. De esta manera, estarás seguro que si una de estas fuentes miente, no todas estarán mintiendo también.

Los estafadores no se suelen mostrar vestidos de negro con una capucha sobre la cabeza.

En ocasiones la persona que viene a rescatarte es el mismo que ayudó a meterte en el problema.

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